LA CONVERSACIÓN PENDIENTE.

Es normal que las alianzas un día no alcancen a ver el sol, pues como todo, tienden a acabarse, y más las alianzas políticas, lo que sorprende que acaben tan rápido y de forma tan abrupta.

Bastó tres meses, para que una de las alianzas más fuertes e importantes que se haya conocido en la historia reciente de Caucasia viera el fin,  y digo fuerte derivado de los palpables resultados en las urnas y del poder de los adversarios derrotados, sin embargo, aquello que se consiguió con holgura en las urnas, fácilmente se volvió agua entre los dedos al momento, ya lo dice bien la popular sentencia, ¨más importante que ganar es saber administrar la victoria¨.

Hoy estamos inmersos en un escenario de expectativa y desconcierto, alimentado por las opiniones de aquellos que se creen expertos y que en su derecho a la libre opinión terminan exacerbando odios que no debieran ocurrir, poco a poco los discursos, algunos más en público que otros, han ido escalando al punto de volverse contra las personas y no contra sus ideas como debe ser en un escenario político correcto.

Bien lo escribió Foucault,  el poder no puede ser localizado en una institución o en el Estado, el poder no se detenta, se ejerce y en Caucasia, el poder político, lo está ejerciendo quien no lo ganó en las urnas, por lo menos como candidato y aquel que cree que lo detenta, está inmerso en una telaraña jurídica y últimamente ética y moral que no lo deja imponer su agenda de gobierno.

En esta confusión entre quien manda y quien cree mandar, debe haber una salida justa que oxigene tanto el ámbito político, como el descontento social producto del desgaste de la situación.

Hay que conversar, llamarse al diálogo, al acuerdo, de lo contrario vamos a experimentar aquella vieja pero vigente frase que el comediógrafo Plauto (250-184 a. de C.) nos dejó entre su legado, ¨lupus est homo homini¨ y que cientos de años después Thomas Hobbes en su obra El Leviatán (1651) nos lo vuelve a poner de precedente,  ¨homo homini lupus¨… el hombre es un lobo para el hombre.

Hay una conversación que no se está teniendo, una en la que Caucasia y su gente sean el centro de los intereses, donde salgamos ganando todos y todas, una conversación entre las partes, cuantas quiera que sea, ayuden a construir, a proyectar y a mejorar. El tiempo que se ha perdido es valioso pero la oportunidad de enrutarnos aún está dispuesta.

Esperemos a ver si esta vez podemos desmentir a Plauto y a Hobbes.

CAUCASIA, LA CIUDAD QUE AUN PUDE SER.

Muy conveniente sería que por estos días de planeación del desarrollo, nos desprendiéramos aunque fuera un poco del individualismo y posiciones mesiánicas y nos dedicáramos a pensar la ciudad que queremos, la ciudad que nos merecemos, nos propusiéramos a proyectar la ciudad que debemos dejar a los que vienen después de nosotros.

Por años nos hemos dedicado a planear desde una visión cortoplacista, con solo el interés económico como guía y con la seguridad como mayor preocupación ciudadana, es apenas obvio, Caucasia es un municipio sumido en la pobreza, la desigualdad social y el abandono estatal, solo basta consultar las cifras oficiales y sin mayor esfuerzo constatamos esta situación, que además no es de hoy, es histórica.

No obstante, cada cuatro años, como si la ciudad confiara en nosotros, la oportunidad de enderezar el rumbo vuelve y se nos presenta, cada cuatro años nos vemos en la posibilidad de planificar nuestro futuro, de pagarnos unas deudas que están ahí, latentes, esperando que se empiecen a saldar.

Nunca por ejemplo, dimos la discusión sobre con qué modelo de ocupación o diseño urbano creceríamos como ciudad y le tocó a la ciudad hacerlo de manera desordenada, sin mayores lineamientos y de la mano de la autoconstrucción asumir el desarrollo urbano que debió estar regulado y dirigido por la institucionalidad local.

Hoy tenemos una ciudad con mezcla de usos y actividades económicas incompatibles, una ciudad sin carácter urbano, que privilegia la imposición de los edificios sobre la estructura ecológica y cuya consecuencia más lamentable ha sido la deforestación urbana para emplazamiento de casas, como si no se pudiera construir sosteniblemente y con criterios ecológicos de avanzada, en parte esta forma de crecer nos tiene sufriendo con intensas olas de calor abrumadoras.

Tampoco nos tocamos el hombro a tiempo, para impedir el desastre ambiental que supuso secar por lo menos siete humedales, para darle paso a la construcción y consolidación de algunos barrios del área urbana y no es que esto esté mal del todo, sino que pudimos pensar una ciudad consolidada en alturas o por lo menos un mejor aprovechamiento del suelo urbano disponible, esto acabó con decenas de especies de avifauna con las que compartíamos el ecosistema urbano y de paso con el sustento de muchas familias.

Nunca nos hemos preocupado por el cuidado y protección de los arboles urbanos, aun sabiendo que son indispensables para que las ciudades sean ambiental y socioeconómicamente más sostenibles,  por el contrario nos dedicamos a hacer crecer el parque automotor, a incentivar el uso de la moto y del carro sin siquiera pensar cómo vamos  a regular y contrarrestar la contaminación por gas carbónico, partículas de ACPM disueltas en el aire, contaminación del aire por quema de oro o el metano producido por la ganadería, uno de los valores de los arboles urbanos es ese, absorber gases contaminantes, un árbol maduro procesa 150 kilogramos de estos gases por año y ni que decir de otros beneficios, sombra, regula la temperatura, atrapan humedad y valorizan las propiedades.

Y como si con esto no bastara, también hemos obviado la discusión sobre el espacio público, lo que ha facilitado que Caucasia sea una ciudad fractalizada donde cada uno tiene un pedazo de ciudad, un lote, una casa, una calle y una porción de anden, basta intentar caminar por las calles para darnos cuenta que lo que debe ser público está privatizado, alguien lo encerró, se lo apropió y se lo arrebató a la ciclovia, se lo arrebató al peatón.

En conclusión, en planeación del desarrollo aún no hemos aprendido a diferenciar lo determinante de lo importante, ojalá ahora que estamos nuevamente construyendo el plan de desarrollo demos las discusiones que tenemos que dar y que por años han sido aplazadas.

¿INTEGRACIÓN REGIONAL, PARA CUANDO?

Sin duda alguna todos hemos escuchado algo sobre integración regional, en discursos y slogans de campaña, intervenciones oficiales y en análisis económicos, lo más reciente en este tema son las estrategias de intervención derivadas del acuerdo de la habana, estas proyectan, entre otras cosas,  la región como unidad de planeación del desarrollo hacia paz.

También la sabiduría popular por años nos ha enseñado sobre el concepto de región, nuestros abuelos lo hacían, a diario en sus relatos se referían a la región como ese sujeto inmaterial que estaba ahí, en el que todos convivíamos y nos relacionábamos diariamente.

Ellos vivían lo regional como el espacio donde la oferta de bienes y servicios ambientales disponibles, subsanaba las demandas para la supervivencia de las familias y veredas. Es decir, sin los límites políticos introducidos por la división administrativa y los mapas y ni qué decir del concepto de región de nuestras comunidades indígenas, para ellas toda delimitación territorial es arbitraria en la medida en que es impuesta y la tierra es su mejor aliada.

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EL ALCALDE NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA.

Somos dueño de lo que callamos y esclavos de lo que hablamos.

Anónimo

Mucho se ha especulado en torno  a la situación en la que estamos metidos como municipio luego de las pasadas elecciones, y no es para menos, nuestro alcalde electo está suspendido, el gobierno lo ejercen quienes no elegimos democráticamente, pero que por una de esas reglas legales de la democracia lo pueden hacer , eso sí, por lo menos temporalmente.

Han sido largos días en los que como quien ve un espectáculo, los caucasianos, con poco juicio y rigor, se interesan por lo que está sucediendo, y es que más que un acontecer inédito político, la situación se ha vuelto un chisme alimentado por quienes de un lado quieren ocultar lo que sucede por temor a perder los apoyos conseguidos, por el otro los que tienen interés continuistas en el ejercicio del poder y el pueblo que más con pasión que con información repite, discute y comparte la opinión sobre lo que sucede.

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¿SE ACABARÁ LA GUACHAFITA?

¨Se acabó la guachafita¨

fue la expresión que el recién electo alcalde de Caucasia Leiderman Ortiz, usó en su último tarimazo para mandarle el mensaje a la clase política del municipio, que la batalla contra la corrupción es frontal y acaba de iniciar.

Leider-man, como lo llaman muchos de sus seguidores, es un hombre curtido en el periodismo investigativo de la guerra, lleva años escudriñando en el mismo corazón del conflicto del bajo cauca, denunciando y desvelando lo que muchos consideran es verdad, pero que no se atreve a decirlo en voz alta.

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